Las plantas nos comparten mensajes de muchas maneras. Con canciones, geometrías, imágenes fijas o en movimiento, sensaciones, aromas, sonidos, frases, etc. Alguna vez me mostraron alineaciones planetarias y grabados antiguos que no sabía interpretar, les pregunté si me lo podían explicar de otra manera que fuera más accesible a mi entendimiento de ese momento y me dijeron: “para comprenderlo, estúdialo”.

Al principio no me quedaba claro por dónde empezar a estudiarlo, pero pronto comenzaron a aparecer en mi realidad cursos, libros y personas que me ayudarían al respecto. Las mismas plantas me dieron frases que, al buscarlas en Internet, me derivaban a un curso específico, totalmente alineado con lo que estaba buscando. Les agradezco tanto, me encanta lo que he estado aprendiendo… o más bien, recordando.

La manera particular en la que se comunican con nosotrxs depende de nuestro bagaje socio-cultural, una misma planta puede expresarse y compartirse de diferentes formas en distintos lugares, dependiendo de las creencias, condicionamientos, habilidades de las personas.

Cuando nos comunicamos con la plantas, contactamos con su parte sutil. En ocasiones podemos hablar con un ser en particular (la planta que tienes enfrente y con la que estás comunicándote específicamente), que es único, y se expresa desde esa individualidad. Ese ser específico puede tener un mensaje exclusivo para ti, porque cada relación en el Universo es única, y aunque otra persona hable con la misma planta, no recibirá el mensaje que es para ti, recibirá otro. Por otro lado, hay mensajes que sí se comparten, mensajes que la Naturaleza emana para que sean recibidos por todos aquellos que estén dispuestos y con apertura para abrazarlos.

En otras ocasiones, podemos estar hablando con la parte sutil de toda una especie, y no con una planta en particular. El hablar con una planta específica o con toda una especie, lo podemos determinar con nuestra intención, al contactar con ellas. Por ejemplo, un día que estaba con las plantas de mi jardín, pregunté si alguna quería comunicarse conmigo. Cerré los ojos, esperaba ver alguna imagen, porque así es como yo suelo recibir la información la mayoría de las veces, pero lo que empecé a percibir fue un aroma particular, con mucha intensidad. Era Lirio de la Paz (cuna de Moisés), que se “acercó” para solicitarme ciertas acciones que mejorarían su estancia en el jardín. Las realicé y al cabo de los días, se notó que estaba muy cómoda y contenta.

Como en la relación con otros seres humanos, a veces ellas me asisten o me comparten, a veces solicitan mi apoyo. Se va dando esta dinámica de fortalecimiento de la relación que se va sintiendo más cotidiana y cercana cada vez.

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El amoroso abrazo de la Naturaleza se despliega en todo momento. Ella está presente y disponible, entusiasmada de compartirse con nosotros. De acompañarnos en este transitar hacia un mayor reconocimiento de nuestro ser. Gustosa de apoyarnos en nuestras dolencias físicas, emocionales, energéticas y espirituales. Con profundo amor.

Hace unos meses me lastimé la espalda baja. La incomodidad se fue intensificando con los días hasta que una noche, me despertó un dolor súper agudo. No podía volverme a dormir, no podía moverme, el dolor estaba presente casi todo el tiempo. Aprovechando que “tenía tiempo” medité un rato, y me ayudó, pero lo que yo quería era descansar, dormir, y eso no parecía que fuera a suceder pronto porque seguía bastante incómoda, con un dolor punzante y constante. Por la mañana vería a un humano que me ayudaría, así que tenía que encontrar la mejor manera de pasar la noche. No suelo tomar paliativos de farmacia y no iba hacerlo en esta ocasión. En lugar de eso, hice un llamado a la farmacia natural más extensa y eficaz que hay: La Naturaleza.

Pregunté si alguna planta me podía apoyar con mi malestar físico. Llegaron 3 plantas inmediata y directamente hacia mí: Sábila, Consuelda y Chile. Otras más llegaron, hasta árboles, y entre todas hicieron un círculo alrededor mío.
Sábila se quitó la piel verde para que su gel estuviera en contacto con la parte de mi espalda dolorida, sentí alivio al instante. Consuelda me dio contención, consuelo, me abrazaba fuerte mientras me compartía su sanación profunda. Cuando Chile llegó y se compartió conmigo, dejé de sentir dolor y me quedé profundamente dormida. En ese momento no reparé intelectualmente en las propiedades de cada uno de estos bellos seres que acudieron a mi convocatoria. Sólo agradecí y me fundí con ellos.

Cuando desperté, noté que el dolor había disminuido significativamente, ¡ya podía moverme mucho más! Incluso pude bajar las escaleras y llegar a mi terapia (esa sí en este plano físico-material). Las plantas me compartieron sus propiedades en planos más sutiles, de manera etérica. No necesité cortar ni una parte de Sábila, Consuelda o Chile para recibir los beneficios de sus propiedades analgésicas y antiinflamatorias, y aun así, recibí mucho más.

Agradezco enormemente esta experiencia, esta conexión. Algunos podrían llamarle magia o locura, yo la llamo realidad multidimensional. Esas otras dimensiones de la realidad están disponibles para todos y muy probablemente ya accedes a ellas, solo no lo has hecho tan consciente todavía. Quizá tienes ciertas creencias que te limitan en tu experimentar, pero ya las irás reconociendo e integrando, y así disfrutarás una vida en mayor libertad. Esto que comparto puede servirte como referencia, es importante que sepas que tú también puedes tener este tipo de experiencias, si quieres.

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