-Floripondio, el otro día que nos encontramos, me dijiste que podías darme guía en los caminos escabrosos, o cuando no supiera cuál senda seguir:
Cuando parece que el camino se acabó o estás en la orilla y después sigue el abismo y no ves más, ahí te puedo ayudar a conectar con tu mapa interior”.
Ese día iba con una amiga (humana) y me dijo que había escuchado de tu toxicidad y que podía ser peligroso inclusive olerte. Si bien es cierto que contienes gran cantidad de alcaloides que pueden generar síntomas no muy agradables, la impronta que me dejaste aquel día fue totalmente agradable.
Aún hoy percibo tu “medicina” y ni siquiera nos tocamos, me mostraste cómo contactar contigo entrando en meditación, como un sendero que ya quedó marcado y puedo recorrer cuando lo necesite.-
Hoy estaba leyendo una Tesis de Maestría en estudios Amazónicos (de Diana Granados), e indicaba que un abuelo en Puerto Nariño (Colombia) le contó (a la autora) historias sobre cómo el floripondio, (también conocido como Toé), ayudaba en momentos de confusión y cuando se necesitaba una respuesta inmediata, pues apoyaba en dar solución a los problemas. Para esto, la sugerencia era fumarlo.
Mi acercamiento fue diferente, solo meditando, pero me pareció que los mensajes fueron similares.